domingo, 21 de diciembre de 2014

21.566, OCHO MILLONES DE PESETAS

POR JAVIER TERENTI

Eran poco más de las diez menos veinte de aquel día 22 de diciembre de 1931 cuando, tras afinar la garganta con algunas cuantas pedreas de 10.000 pesetas, aún en la primera tabla, los niños de San Ildefonso cantaban el 21.566. Era un madrugador segundo premio, que dejaba ocho millones de pesetas en Sevilla y otros ocho en Santander.

Hoy, casi 83 años después, en una ciudad como Sevilla, agraciada hasta en 16 ocasiones con el “Gordo” de Navidad, el hecho de que tocara un segundo premio pudiera parecer intrascendente. Poco habría que reseñar más allá de la alegría inicial de unos pocos afortunados en posesión de alguna participación o alguno de aquellos “vigésimos” de lotería con el número premiado. La prensa de la época daba cuenta de algunos nombres como el de José Muñoz, el albañil; Salud García, la esposa de un obrero en paro; Isabel Verbenera, madre de seis hijos y esposa de un jornalero, o Anselma Martín, con hija casadera.

Nada hacía presagiar que, aquel día, entre los afortunados pudieran estar varios jugadores del Sevilla. De hecho, según relataba ABC, el sevillista Salvador Adelantado había rechazado jugar dicho número. Pero…

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Western Morning News, 23/Dic/1931

El segundo premio correspondió al Nº 21.566 y recayó en Sevilla y Santander, siendo el de un número de jugadores del Sevilla Football Club, uno de cuyos miembros jugó en el once español que se enfrentó a Inglaterra en Londres recientemente.

El jugador al que se refiere el periódico británico no es otro que Ventolrá, que el día 9 de aquel mismo mes había participado en la derrota española a manos de Inglaterra por 7 a 1 en Highbury.

La noticia sobre la fortuna sevillista llegó a ser publicada incluso por “The Guardian”.

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¿Cómo llegaron aquellos “vigésimos” de lotería a manos sevillistas?

Aquel número fue vendido en la administración de Méndez Núñez que se encontraba justo frente al Hotel Madrid. De hecho, todos los empleados del establecimiento hotelero, a excepción de Manuel Benjumea, el encargado de la calefacción, fueron afortunados con aquel segundo premio.

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En aquellos años este establecimiento, anteriormente denominado Fonda de Madrid, era el hotel decano de la ciudad y, como nos cuenta Nicolás Salas en su obra Sevilla Desaparecida, fue lugar de tertulias, de reuniones y encuentros sociales y, también, residencia elegida por muchos de los equipos que acudían a la capital de Andalucía para enfrentarse con alguno de los clubes sevillanos.

No es difícil imaginar a los jugadores sevillistas celebrando alguna tertulia o simplemente visitando algunos compañeros de profesión alojados en el Hotel Madrid tras haberse pasado previamente por la administración de lotería regentada por el maestro Otero.

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HOTEL MADRID

 

P.D.: Por cierto, recordando el anuncio de este año, todo el personal de hotel Madrid le ofreció a Manuel Benjumea un buen regalo “para que la alegría llegara a todos”.

Suerte

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