martes, 9 de octubre de 2018

LAS OBRAS DEL SÁNCHEZ-PIZJUÁN (1ª PARTE)


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Aun cuando desde la misma gestión de la compra definitiva de los terrenos de Nervión en 1938, el entonces presidente blanco, Ramón Sánchez-Pizjuán y Muñoz, tuviera en mente un gran espacio polideportivo para Sevilla, con epicentro en un estadio de fútbol principal para el club, no se trataba entonces más que de una idea, una ilusión quimérica, ni siquiera proyecto, imposible de adivinar, ni siquiera en lontananza, dadas las gigantescas dificultades de la empresa.

Si alguien era consciente de las complicaciones que para una sociedad deportiva privada suponía asumir una infraestructura de este calado, ese alguien era el Sevilla F.C., pionero promotor, sin aportaciones externas de ningún tipo, de los campos de sport del Prado de San Sebastián, la avenida de la Reina Victoria y el primitivo Nervión, muescas terribles en su economía que debilitaron fatalmente las fortalezas deportivas de un equipo cumbre, al punto de dilatar en el tiempo, de forma antinatural, su desembarco en la Primera División y la inauguración de su envidiable palmarés de títulos nacionales.

Aquel sueño, verdadera visión de un adelantado a su tiempo, requirió dos factores desencadenantes para empezar a tener ciertos visos de realidad. El primero de ellos fue la construcción del nuevo Chamartín en Madrid, posteriormente bautizado con el nombre de su artífice, estadio Santiago Bernabéu, ejemplo tangible de lo que, en escala menor, Sánchez-Pizjuán pretendía para su amada ciudad de Sevilla.

El segundo y decisivo elemento fue la recuperación de la soberanía de los socios en los clubs de fútbol, y la propia hacienda de éstos, usurpadas por la Delegación Nacional de Deportes franquista, pero constantemente reivindicadas por Sánchez-Pizjuán, privada y públicamente, en manifiesta y valiente resistencia personal y en solitario frente a la Falange Española de Moscardó, y que no pudo ser alcanzada hasta 1948.

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Sánchez-Pizjuán había sido el último presidente democrático del Sevilla F.C. hasta que Moscardó acaparó tales nombramientos, y no quiso serlo de nuevo si no era “con urnas y democracia”, es decir, por la voluntad de los socios sevillistas, negándose a recuperar el cargo hasta que se devolvió dicha capacidad a la masa social blanca. La Copa de España de 1948 fue conquistada con la presencia del gran presidente blanco en el palco, produciéndose en el banquete de celebración de la misma una famosa anécdota ilustrativa de su singularísima personalidad:

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                                                       “A este hay que fusilarlo”.

En esta época, la insuficiencia de aforo y la incomodidad del campo de Nervión empezaban a ser notorias. Aquel Sevilla campeón, siempre en la cúspide de las clasificaciones, con figuras del calibre de Arza, Busto, Doménech, Araujo, Ramoní, Pepillo o Campanal, y entrenadores gurús como Helenio Herrera, arrastraba masas cada domingo a su estadio, acaparaba titulares deportivos en España y el extranjero, y aportaba una nómina importante de internacionales a la selección.

Hay que precisar que, en aquellos tiempos, los ingresos de los clubs de fútbol, más allá del patronazgo de algún que otro esforzado mecenas, procedían mayoritariamente de los abonos y la venta de entradas en taquillas, y en menor medida, sobre todo si se trataba, como es el caso, de un club grande, de los traspasos de jugadores. Muchos clubs utilizaban estadios municipales, en condiciones económicas favorabilísimas, lo que suponía una considerable ventaja competitiva, jurídicamente desleal, frente a los clubs no agraciados con la misma suerte. En este periodo de inmenso poderío, el Sevilla F.C. no vendió a ninguna de sus grandes estrellas, pese a las tentadoras ofertas recibidas, algunas de ellas verdaderamente escandalosas, como por ejemplo, por Marcelo Campanal.

También es la época de los primeros grandes ídolos mediáticos, como Kubala (“culpable” del traslado azulgrana al Camp Nou) o Di Stéfano, que únicamente podían disfrutarse con regularidad matemática en Nervión. Ciudades vecinas como Huelva, Cádiz o Córdoba jamás vieron a estas estrellas en partidos de competición oficial liguera, y otras como Jaén, Málaga y Granada, irregularmente, debido a las intermitencias propias de ser sus titulares equipos de los denominados “ascensor”. Los aficionados de estas ciudades, los de provincias relativamente cercanas como Cáceres y Badajoz, o los aficionados al fútbol no sevillistas de Sevilla y su provincia, no tenían más remedio que acudir al templo de Nervión para ver fútbol de verdaderos quilates o para ver partidos internacionales.

El limitado aforo de Nervión impedía, pues, el crecimiento de la sociedad, si no era a golpe de subidas de abonos y entradas, por lo que plantearse la ampliación o traslado del estadio a un recinto con más localidades se configuraba también como un necesario e inevitable paso adelante.

Pronto las competiciones europeas añadirían atractivo a un fútbol en el que el Sevilla F.C. era élite, mientras que a su alrededor todo era vulgaridad recurrente.

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En este contexto, le fue ofrecido al Sevilla F.C. ocupar el campo municipal de Heliópolis, un activo público desaprovechado por la intrascendencia de su inquilino, el Real Betis Balompié, morador empedernido de los sótanos del fútbol español, Tercera y Segunda División, con escasos seguidores, y una renta ridícula que suponía una auténtica ruina para las arcas municipales. La idea era buscarle una alternativa al Betis más acorde con su manifiesta secundariedad, y que el Sevilla se instalase en Heliópolis, retornando a la Avenida de la Palmera, en desagravio por el desahucio del Reina Victoria perpetrado por el propio Ayuntamiento a cuenta de la Exposición Iberoamericana.

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Así pues, el ofrecimiento municipal del campo de Heliópolis al Sevilla F.C. buscaba engrosar la tesorería del consistorio, reparar un daño histórico (como tantas veces se le ha ocasionado al Sevilla por las instituciones públicas), además de poner en valor el inmueble con partidos de verdadera categoría. Sin embargo, no cuajó porque los sevillistas, en boca de su presidente Ramón Sánchez-Pizjuán, “jamás dejarían sin campo al Betis”, ni tampoco estaban dispuestos a compartir el estadio como si fuese un communale italiano, pues tendrían que asumir toda la inversión en mejoras, adecentamiento y ampliaciones para adaptarlo a sus necesidades, sin tener la plena disponibilidad del mismo.

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Aunque ya eran vox populi los rumores que apuntaban movimientos en orden a poner en marcha el proyecto de construcción de un nuevo estadio, puede decirse que la oficialidad institucional no llega hasta 1953. Sánchez-Pizjuán ha logrado fichar al entrenador más cotizado del momento, Helenio Herrera, sabedor de que la estabilidad deportiva es clave para poder dedicarse por completo al nuevo estadio. La plantilla reúne calidad y tiene una media de edad adecuada para cuatro o cinco años de plenitud futbolística, más si cabe bajo la sabia batuta del mago franco-argentino. Previamente Sánchez-Pizjuán había convocado un concurso de ideas, para pulsar posibilidades. Y así, por fin, el pistoletazo de salida se produce en la asamblea de socios celebrada el 12 de julio de 1953, en la que el Presidente, tras anunciar el fichaje de Herrera para sustituir a Guillermo Campanal, toma la palabra para comunicar públicamente a los socios su plan:

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“…Sánchez-Pizjuán habló de construir un estadio en el mismo emplazamiento que actualmente ocupa Nervión, empresa ardua y ambiciosa, en la cual dijo que convenía más que hablar trabajar, sugiriendo las dificultades que para su logro pueden existir …”

Pulsa aquí para leer el siguiente capítulo.

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martes, 11 de septiembre de 2018

#BETISLEAKS: “VILLA HELIÓPOLIS”, UNA CLOACA URBANÍSTICA


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Fuente: @MemoriadelBetis

Ya saben nuestros lectores cómo en este blog y en nuestra cuenta de twitter tenemos perfectamente documentado, con papeles oficiales y confesiones firmadas de puño y letra de los protagonistas, el sablazo del Real Betis Balompié a la ciudad de Sevilla con la compra del campo de Heliópolis, cuyo vuelo y suelo, de propiedad municipal, se los quedó el Betis por un precio de auténtico saldo, y por ende, con un descuento sobre el valor de mercado (regalo o donación) de varias decenas de millones, mediante un procedimiento, ilegal a todas luces, para eliminar cualquier tipo de concurrencia. Benito Villamarín, el concejal falangista de la Vieja Guardia Alfonso Jaramillo y el alcalde franquista Mariano Pérez de Ayala fueron sus artífices.

Hoy les hablaremos de otro extraordinario pelotazo, mejor dicho, de toda una cadena de pelotazos inmobiliarios consecutivos, alrededor del espacio conocido como “Villa Heliópolis”, un tema que consideramos de actualidad habida cuenta las recientes noticias sobre el proyecto de nueva ciudad deportiva bética en Dos Hermanas. Todo pinta a que los oscuros negocios del Real Betis Balompié con sus ciudades deportivas continuarán y los pelotazos ya consumados, servirán de puente o palanca para otro atraco a las arcas públicas. “Villa Heliópolis”, para los no avezados, era originalmente un par de campitos adyacentes al gol sur del Benito Villamarín donde el Betis tuvo su primer espacio de entrenamientos y para la cantera que pudiera catalogarse como tal, aunque siguiera usándose ese nombre también en los primeros tiempos de Bermejales, hasta que la entidad dispuso llamarla Ciudad Deportiva Manuel Ruiz de Lopera (hoy, Luis del Sol).

Para evitar confusiones, aportamos a continuación una doble fotografía. En la imagen de la izquierda, en blanco y negro, una vista de los terrenos municipales donde se ubicaba Villa Heliópolis, dentro del círculo rojo, en una ortofoto de 1985; y en la siguiente imagen, ortofoto en color, a la derecha, esa misma zona, ocupada ya parcialmente por el Hotel Al-Andalus, y más abajo, señalada con el círculo verde, la actual ciudad deportiva Luis del Sol.

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El 11 de mayo de 1987 se pusieron las bases de la futura ciudad deportiva del Real Betis Balompié que habría de sustituir a “Villa Heliópolis”. Ese día se celebra un almuerzo entre el Presidente del Real Betis Balompié y los responsables municipales de la Gerencia de Urbanismo, habida cuenta las repercusiones del nuevo plan de ordenación urbana sobre los citados terrenos, ocupados por el club bético en régimen de arrendamiento. A la cabeza de ambas entidades, Gerardo Martínez Retamero, y Manuel del Valle Arévalo, o lo que es lo mismo, puro Real Betis Pesoé.

Como telón de fondo, la recalificación de los terrenos aledaños del Ramón Sanchez-Pizjuán, propiedad desde hacía décadas del Sevilla Fútbol Club, unos terrenos adquiridos por la entidad de Nervión a costa de enormes sacrificios deportivos y con el esfuerzo titánico de las economías de la afición sevillista. Esgrimiendo un supuesto agravio comparativo, Retamero pretendía de su colega socialista una permuta de terrenos para compensar al Betis por la forzosa (por imperativo legal del planeamiento) salida de “Villa Heliópolis”, pero olvidando un pequeño detallito sin importancia: este suelo no era titularidad del Betis, que solo disponía de un simple inquilinato sobre el mismo.

Por lo tanto, y al margen de que las zonas de las que hablamos eran completamente dispares (Nervión, milla de oro comercial de la ciudad; y Heliópolis, zona subdesarrollada, lejanísima y sin apenas urbanizar), en ningún caso la situación era ni de lejos equiparable a la del Sevilla Fútbol Club ni cabía esgrimir agravio alguno, porque no se pueden comparar peras (mero arrendamiento de predio ajeno, en el caso del Betis) con manzanas (plena propiedad, céntrica y cotizadísima, del Sevilla F.C.).

Nadie puede jurídicamente permutar lo que no es suyo, o al menos así parecía. Pero al cabo de un tiempo empieza a sonar una indemnización (¿?) de 77 millones de pesetas a pagar por el Ayuntamiento al Betis por su salida de “Villa Heliópolis”. El ardid utilizado fue que el Ayuntamiento expropiase previamente los terrenos a sus antiguos propietarios, pasando a ser de titularidad municipal, es decir, convirtiéndose ex profeso en arrendador para luego, en un segundo paso, sacarse de la chistera una indemnización a favor del Betis por la extinción del arrendamiento.

El 16 de marzo de 1988 se firman los papeles de este tocomocho, y el 17 de mayo siguiente, el acta de ocupación. En esta fecha, el Ayuntamiento paga en el acto al Betis 50 de los 77 millones de pesetas acordados:

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“El Ayuntamiento dio cincuenta millones al Betis por los terrenos de Villa Heliópolis”

“… Ya ayer el Ayuntamiento le entregó cincuenta (millones), para en el plazo de un mes recibir los veintisiete millones restantes.”

Pese al convenio cerrado, la consiguiente extinción del arrendamiento y la “indemnización” reconocida y cobrada, es decir, con las prestaciones contractuales correspondientes al Ayuntamiento de Sevilla perfectamente ejecutadas, todo fue un paripé. Contraviniendo ambas partes el acta de ocupación firmada, el Betis siguió usando los terrenos de Villa Heliópolis en una operación redonda donde, en lugar de pagar por el uso de unos bienes ajenos, había cobrado una millonada por abandonarlos, pero seguía disfrutando de ellos. En 1990, por poner un ejemplo, aún utilizaba estas instalaciones para partidillos de entrenamiento del primer equipo y, como luego veremos, no los había desalojado aún en 1995.

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En septiembre de 1995 volvemos a oír nuevas y sorprendentes noticias sobre los terrenos de “Villa Heliópolis”. El Real Betis Balompié, a través de Manuel Ruiz de Lopera, denuncia públicamente que el Ayuntamiento de Sevilla no le había pagado 74 millones de pesetas de aquellos terrenos, importe que el club bético pensaba utilizar para acceder a financiación del Plan de Saneamiento.

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No hay duda de que se trata de la original “Villa Heliópolis”, porque se dice claramente “… por un acuerdo anterior, el Betis cedía al Ayuntamiento los terrenos de la antigua ciudad deportiva, muy cercanos al Benito Villamarín …” Por eso, podría pensarse inicialmente que estos 74 millones de ahora podían ser la “indemnización” del tocomocho acordado el 16 de marzo de 1988 (“… por un acuerdo anterior…”). Sin embargo, no sólo no coinciden las cifras (77 millones en el acuerdo primitivo, 74.082.300 pesetas ahora), sino que en virtud de aquel acuerdo, el día de la firma del acta de ocupación, 17 de mayo de 1988, ya se pagaron 50 millones, y el resto, hasta los 77, inmediatamente después.

¿De dónde salen entonces estos nuevos 74 millones por “Villa Heliópolis”? El propio Ayuntamiento de Sevilla, en el recorte adjunto, nos ofrece la explicación. Los 74 millones reclamados ahora por Ruiz de Lopera a Soledad Becerril proceden de otro acuerdo sobre “Villa Heliópolis”, distinto del celebrado y ejecutado en 1988. Se trata de un acuerdo posterior, de fecha 17 de abril de 1995.

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En los antecedentes del acuerdo 32 del Pleno del Ayuntamiento de Sevilla de ese día, se recogía expresamente:

“El Consejo de la Gerencia Municipal de Urbanismo acordó el pasado día 24 proponer al Pleno del Excmo. Ayuntamiento la ratificación del convenio suscrito con el Real Betis Balompié.

Este convenio que ahora se ha suscrito trae su causa en gran parte en el ya suscrito con esa Entidad, el 16 de marzo de 1988, virtud el cual, esta última Entidad ocupa con carácter de precario parte de la parcela municipal calificada de deportivo público e identificada con la denominación 4-1 del Plan Parcial Los Bermejales (SUP-GU-1). Asimismo esta Entidad ha mantenido la ocupación con igual carácter de precario de una parcela calificada de deportivo público y de propiedad municipal en la delimitación de la UA-SU-6, colindante con el actual Estadio de la Entidad Deportiva.

Para dar una mayor integridad a los espacios sobre los que se asientan las instalaciones de la citada Entidad Deportiva, ésta ha solicitado al Ayuntamiento la ocupación de la totalidad de la parcela 4-1 del Plan Parcial de Los Bermejales.

… Igualmente se ha convenido con la citada Entidad Deportiva que ésta deberá dejar libre la parcela que en la actualidad ocupa en la UA-SU-6 junto a su Estadio Deportivo, que pasará a ser ocupada y utilizada por el Instituto Municipal de Deportes en el ejercicio de sus competencias en materia deportiva.”

El chanchullo era de órdago: en primer lugar, por un terreno que no era del Betis, sino del Ayuntamiento, éste reconoció y pagó al club bético una indemnización de 77 millones de pesetas en 1988. Adicionalmente, por virtud de otro acuerdo celebrado el 17 de abril de 1995, el Ayuntamiento se comprometía a pagarle al Betis 74 millones de pesetas que, una vez cobradas por el club verdiblanco, debían ser devueltas al consistorio para saldar deudas municipales del propio Betis con la corporación. Es decir, el Ayuntamiento pagaba con su propio dinero deudas municipales del Betis a cambio de unos terrenos que eran del propio Ayuntamiento y por los que el consistorio sevillano ya había pagado 77 millones de pesetas al Betis en 1988. Alucinante. Del acta oficial del Pleno del Ayuntamiento se desprende además otro dato escabroso. En septiembre de 1995, el Betis no había desalojado aún los terrenos de “Villa Heliópolis”, pese a haber suscrito el acta de ocupación a favor de éste en mayo de 1988 (recuerden “… terrenos de la antigua ciudad deportiva, muy cercanos al Benito Villamarín …”), conditio sine qua non para poder cobrar, pero aun así quería el dinero. El Ayuntamiento se baja los pantalones y acepta pagar pese a no recuperar la posesión de los terrenos.

Gracias a la anterior noticia identificamos por primera vez el acuerdo de 17 de abril de 1995 (distinto del de 16 de marzo de 1988) entre el Real Betis Balompié y el Ayuntamiento de Sevilla, y los 74 millones largos de pesetas sacados de la chistera de las arcas municipales para pagar una deuda del Betis con la propia Hacienda municipal, un cambio de mano que ríanse ustedes del mejor prestidigitador. Es curioso, y tremendamente revelador, que en la prensa del momento (abril de 1995), apenas haya rastro de una operación tan relevante para la ciudad de Sevilla. Peor aún, encontramos referencias periodísticas a lo que sin duda fue la reunión de las partes para tal fin y, sin embargo, en ellas se afirma que el objeto del encuentro fue otro. La reunión entre el Alcalde de la ciudad, Alejandro Rojas Marcos, y los representantes del Betis, Manuel Ruiz de Lopera (consejero delegado) y Luis Bellver (vicepresidente y abogado), se “vistió” públicamente como encuentro para tratar de la organización del Trofeo Ciudad de Sevilla

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¿Por qué este oscurantismo? ¿Había algo extraño, además del chanchullo de las indemnizaciones por Villa Heliópolis, en el acuerdo sobre los terrenos municipales de Los Bermejales? La información de los acuerdos del Pleno del Ayuntamiento es interesadamente escueta, remitiéndose a un convenio que no es público. Por ello, no será hasta dos años más tarde que encontramos las evidencias de la monumental tropelía cometida por el Ayuntamiento de Sevilla y el Real Betis Balompié para favorecer y dopar deslealmente a este club. El 25 de noviembre de 1997 el diario El País publicaba lo siguiente:

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Repasemos:

“La ciudad deportiva Manuel Ruíz de, Lopera, el recinto en el que se entrena el Betis, ha sido edificada sin licencia, violando normas urbanísticas e invadiendo zonas verdes municipales.

“… con posterioridad a la apertura del expediente sí se solicitó licencia para el vestuario construido en Los Bermejales de Sevilla, que no ha podido ser concedida porque invade terrenos que no pertenecen al club. La GMU ha planteado una sanción inicial superior a los siete millones.”

“La ciudad deportiva está construida en terrenos cedidos "en precario" por el Ayuntamiento de Sevilla, en virtud de un convenio firmado el 17 de abril de 1995. El documento consistía en que el Betis cedía sus antiguas instalaciones de la ciudad deportiva al Ayuntamiento y éste, a su vez, cedía en precario terrenos de uso deportivo. En el documento se estipulaba que el Betis "deberá solicitar cuantos permisos y autorizaciones fueran pertinentes para la ejecución de las obras que pretenda ejecutar sobre la parcela".

“ … las obras en el recinto se ejecutan "desde 1990 sin que en ningún momento se haya solicitado la correspondiente licencia", un hecho que los técnicos de urbanismo consideran "muy grave".

La lectura de la noticia sólo puede provocarnos estupor no ya como sevillistas, sino aún más como ciudadanos de la capital andaluza. Se trata de un escándalo absolutamente injustificable. “Villa Heliópolis”, terreno expropiado por el Ayuntamiento de Sevilla, del que el Betis era mero inquilino, pero sin ningún tipo de derechos dominicales, no sólo sirvió de pretexto para enchufarle a dicho club en 1988 y 1995 una morterada de millones de pesetas del bolsillo de todos los sevillanos, sino que además sirvió también para cederle al Betis ¡¡EN PRECARIO!!, es decir, GRATUITAMENTE, SIN RENTA NI NINGUNA OTRA CONTRAPARTIDA ECONÓMICA, los actuales terrenos de Los Bermejales. Terrenos en los que, además, el Betis comenzó a ejecutar obras (es decir, a usarlos y ocuparlos) desde 1990, esto es, ¡¡CINCO AÑOS ANTES DE NI SIQUIERA TENER FIRMADO UN ACUERDO DE CESIÓN EN PRECARIO!!

Hemos visto la millonada directamente regalada por el Ayuntamiento de Sevilla al Betis, pero también tenemos que hacernos eco de lo que podríamos llamar “pelotazo indirecto”. En concreto, ante la displicencia absoluta de los regidores de esta ciudad, el Betis hizo fortuna, trincando cuarenta millones de pesetas más por ceder a terceros parcialmente el uso de los terrenos de la ciudad deportiva, que no eran suyos, y que estaba ocupando gratuitamente.

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“… la directiva bética firmó un contrato con una empresa por el cual cederá, durante el tiempo que dure la Expo, unos terrenos de la ciudad deportiva …”

“El contrato que ayer se firmó en la sede del club, con la autorización del Ayuntamiento de Sevilla, consiste en que el Betis cede una parte de los terrenos de Villa Heliópolis …”

“La entidad heliopolitana recibirá más de cuarenta millones de pesetas, en un principio, aunque podrían alcanzar los sesenta.”

Con todo, y aunque esto pueda parecerles interminable, no queda aquí la cosa. Todavía hay más. La gravísima situación de ilícitos urbanísticos expuesta, lejos de arreglarse con la máxima urgencia, siguió en la más absoluta impunidad durante diecisiete años. D-I-E-C-I-S-I-E-T-E. Veamos cómo lo contaba Diario de Sevilla el 15 de noviembre de 2012:

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URBANISMO LEGALIZA LAS OBRAS DE LA CIUDAD DEPORTIVA DEL BETIS 17 AÑOS DESPUÉS

La regularización de estas obras, solicitada hace un año, permite a la entidad pedir nuevas autorizaciones para otras actuaciones. El Betis llegó a amenazar en 1999 con "sacar los cañones" si Urbanismo osaba demoler lo construido sin licencia. Ha pasado el tiempo y ha cambiado la normativa y los gobernantes en el Ayuntamiento y en el club verdiblanco. La construcción de la ciudad deportiva del Real Betis quedó ayer legalizada 17 años después. El club solicitó en mayo de 2011 la licencia para la legalización de una obra ejecutada en los años 90 en la parcela cedida en precario en 1995 por el Ayuntamiento para sus instalaciones en la ciudad deportiva. La construcción ha carecido de papeles durante casi dos décadas en las que no faltaron sucesivas inspecciones de la Gerencia de Urbanismo, realizadas bajo la dirección política del Partido Andalucista, y órdenes de demolición que sucesivamente se iban incumpliendo. Esta situación generó un conflicto entre el Ayuntamiento y la antigua dirección del club en la que no faltaron las declaraciones airadas del entonces vicepresidente, Ángel Martín, en las que refería la posibilidad de "sacar los cañones" si el Ayuntamiento practicaba las demoliciones.

El club ejecutó obras de construcción de un nuevo centro deportivo que incluye tres campos de fútbol 11, un campo de fútbol 7, vestuarios, aseos, graderíos y aparcamientos descubiertos, vivienda de guardia y, ejecución de cerramiento o vallado perimetral. Tales obras no contaban con licencia municipal, entre otras cosas porque extralimitaban los límites perimetrales de la parcela. Consiguientemente, esta actuación provocó la apertura del correspondiente expediente disciplinario por parte de la Gerencia de Urbanismo. El Plan General de Ordenación Urbanística vigente, aprobado en el año 2006, aprueba una ampliación de la superficie de dicha parcela, lo que posibilita la legalización de las obras realizadas, al quedar éstas integradas en los actuales límites de la parcela urbanística definida.”

Por si les puede parecer falsa o “biriperiodismo” la noticia, pasamos a transcribir la nota oficial sacada por el propio Ayuntamiento de Sevilla, bajo el mandato de Juan Ignacio Zoido, al respecto:

“El Real Betis Balompié S.A.D. solicitó el 18 de mayo de 2011 licencia de obras para la legalización de una actuación ejecutada en los años 90 en la parcela cedida en precario en 1995 por el Ayuntamiento de Sevilla para sus instalaciones en la Ciudad Deportiva. En aquel momento, el club ejecutó obras de construcción de un nuevo centro deportivo que incluye tres campos de fútbol 11, un campo de fútbol 7, vestuarios, aseos, graderíos y aparcamientos descubiertos, vivienda de guardia y, ejecución de cerramiento o vallado perimetral. Tales obras no contaban con licencia municipal, entre otras cosas porque extralimitaban los límites perimetrales de la parcela. Consiguientemente, esta actuación provocó la apertura del correspondiente expediente disciplinario por parte de la Gerencia de Urbanismo.

El Plan General de Ordenación Urbanística vigente, aprobado en el año 2006, aprueba una ampliación de la superficie de dicha parcela, lo que posibilita la legalización de las obras realizadas, al quedar éstas integradas en los actuales límites de la parcela urbanística definida. A raíz de la nueva situación creada, la directiva del Real Betis Balompié manifestó a la Dirección de Urbanismo su intención de legalizar las obras ejecutadas con la presentación del correspondiente proyecto de legalización. Una vez analizado el documento presentado por la entidad, la Comisión Ejecutiva de la Gerencia de Urbanismo ha concedido en el día de hoy la licencia de legalización solicitada, si bien se había exigido previamente la ejecución de unos trabajos complementarios.

La regularización de estas obras, que se habían realizado de manera ilegal, permite además a la entidad solicitar nuevas autorizaciones para futuras actuaciones. Tal es el caso de un proyecto de ampliación de la ciudad deportiva del club, consistente en la construcción de un nuevo edificio, que el Real Betis Balompié S.A.D. presentó el pasado mes de febrero en la Gerencia de Urbanismo, al objeto de que le sea concedida la correspondiente licencia de obras.”

Por el camino, como ya sucediera con las obras del Estadio Benito Villamarín, el Real Betis Balompié invadió terrenos municipales, birló, usurpó, mangó suelos de la ciudad de Sevilla por la misma cara, con la connivencia del Ayuntamiento, que hizo la vista gorda primero durante casi dos décadas, privando al patrimonio de Sevilla de las sanciones, intereses y compensaciones previstas legalmente ante tales abrumadores ilícitos urbanísticos, y luego, en el colmo de la desvergüenza, se lo legalizó como si tal cosa.

El asunto es de una gravedad tan extrema que no sabemos cómo el Sevilla Fútbol Club permanece impasible ante estos desmanes y ante los que se avecinan, porque los nuevos pelotazos urbanísticos del eternamente subsidiado Betis, están por venir. Queremos saber si el Real Betis Balompié sigue disfrutando todavía hoy EN PRECARIO de los terrenos municipales de su ciudad deportiva y, de ser así, hasta cuándo va a durar semejante tomadura de pelo. Porque no queremos imaginarnos que se especule con los suelos (sevillanos) aledaños al estadio del Betis ni mucho menos que los terrenos de Los Bermejales cedidos gratuitamente acaben siendo el nuevo negocio multimillonario del equipo del PER.

-¿A ti te han regalao algo alguna vez, Paco?

-Todo hija, TODO, pero no regalao, sino mangao, sisao por la misma cara.

-Y entonces ¿por qué somos tan llorones?

-Pa disimular, hija, pa disimular … Y para seguir trincando.

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martes, 28 de agosto de 2018

#BETISLEAKS: REAL BETIS PSOÉ (I)

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Al César lo que es del César, y nuestro no es el título que encabeza este post, ya que fue acuñado por el periodista filobético Antonio Burgos, en ABC de Sevilla. Reconocemos su mérito para ilustrar de forma sinóptica la política de vasos comunicantes entre el equipo de la Palmera y el partido socialista, y la tomamos prestada.

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Para entender el actual estado de las cosas y su porqué, es preciso remontarse a finales de los sesenta y comienzos de la década de los setenta del siglo pasado, cuando la gobernabilidad del Real Betis Balompié en términos amplios, es decir, la determinación de quiénes integraban su junta directiva, quién debía presidirlo e incluso la política y estrategia del club, venía determinada por un órgano singular, una denominada “Junta Consultiva”, sanedrín o comité de la “vieja guardia” que lo controlaba absolutamente todo, encargándose de mantener el sello o marchamo de la entidad desde que ésta se fundase.

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Como podemos ver, “el presidente es don José Cuesta Monereo, la vicepresidencia la ocupará el general Luengo, y los restantes cargos serán para los presidentes que fueron del club”.

Tanto Cuesta Monereo como Luengo Muñoz eran espadones de la Dictadura franquista con destacado papel en la conjura y represión fascista contra la República, y el primero de ellos, además, fundador del proto-Betis, esto es, del Sevilla Balompié. El novísimo presidente Núñez Naranjo había sucedido en el cargo a otros personajes tremendamente afectos a la Dictadura como Villamarín, Gaviño o Doménech, coincidiendo con otro grandísimo fascista pro-Betis como Gobernador civil en Sevilla, concretamente José Utrera Molina, y todos ellos bajo la mirada marcial del General Sáenz de Buruaga, alma mater del club. Sobre todos estos personajes pueden saber más pinchando en los siguientes enlaces:

Hazañas béticas

La peña del pollo

Villamarín y Luengo

Villamarín y Buruaga

La Junta Consultiva del antiguo ayudante de Queipo de Llano, Pepe Cuesta, y de su fiel Luengo Muñoz, fue la heredera natural de la famosa Tertulia Cultural Bética, calificada por el propio presidente bético Antonio Moreno Sevillano (maestro de Felipe González) como “la auténtica Secretaría del club”. Recordemos que la Tertulia Bética estaba presidida honoríficamente por Queipo y oficialmente por Francisco Bohórquez Vecina, de cuyos crímenes mejor se ilustran nuestros lectores con libros de historia. A la Tertulia Bética le hemos dedicado algunas entradas en este blog, que pueden refrescar haciendo click en los siguientes enlaces:

La Tertulia Bética, un nido de …

Más polluelos de la Tertulia Bética

El sello o marchamo del club al que nos referíamos anteriormente es el que Discóbolo, alias periodístico de Gil Gómez Bajuelo, bético de la primera hora y presidente de la entidad desde 1921 a 1924, dejó escrito para la posteridad con ocasión de los fastos del cincuentenario verdiblanco, celebrados en 1958.

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“Lo que sí caracterizó en cierto modo al Betis de primera hora fue el predominio entre sus socios del elemento militar …”

“De estos primitivos elementos, son hoy generales del Ejército español, D. José Cuesta Monereo …”

Este matiz militar lo tuvo muchos años el gran club sevillano …”

“En los últimos años, un valedor decisivo en su resurgimiento lo ha tenido y lo tiene el Betis en el actual teniente general don Eduardo Sáez de Buruaga …”

“Así pues, si algún matiz tuvo el Real Betis, fue éste militar …”

Entre las principales concesiones ilegítimas obtenidas por el Real Betis Balompié del franquismo, amén de subvenciones y ayudas económicas varias, cabe destacar dos con un mismo damnificado, el Sevilla F.C. Concretamente, el “caso” Antúnez y también el regalo de Heliópolis, sobre los cuales, con bastante detalle, pueden encontrar más información en los siguientes enlaces:

El “Caso” Antúnez o también, en este Hilo de Twitter.

Heliópolis “regalado” al Betis o si lo preferís, en este Hilo de Twitter.

Con este panorama, comprenderán que no deja de ser hilarante el discurso de quienes hablan de un Betis como club históricamente de los desfavorecidos, del pueblo y de los obreros, republicano, de izquierdas y oprimido por el régimen de Franco.

Sin embargo, y habilidades propagandísticas al margen, cuando se va barruntando el cambio de régimen, por la propia cercanía del fallecimiento del dictador gallego, la cosa comienza a dar un giro sorprendentemente rocambolesco. Aquí comienza la leyenda urbana, una más, del Betis del proletariado.

La transición democrática en España, aunque comparada con otros casos pueda no parecérnoslo, tuvo mucho de revolución, mejor aún, de subversión, más social que política. Era una oportunidad de alcanzar la modernidad, de equipararnos a Europa, de dejar de vivir en esa España-gueto más rural que urbana, castrada en lo espiritual y lo cultural. Resultaba imperioso provocar cambios radicales, visibles, fácilmente constatables, que multiplicasen exponencialmente el discurso del fin de una era y de la llegada de un vendaval de aire fresco. Quienes monopolizasen ese discurso, tendrían mucho ganado de cara a las elecciones democráticas.

El fútbol, en aquella España catetizada por Franco, siempre tuvo una gran influencia en las masas, ideal para transmitir mensajes preconcebidos y manipular a la gente. Así sigue pasando en la meseta y en gran parte de la Andalucía más centrífuga, subyugada al embrujo de lo que le presentan en aluvión los medios. Y el socialismo andaluz, en busca de vehículos con los que penetrar fácilmente sus ideas en mentalidades simples, cuando no abiertamente analfabetas, tuvo la “brillante idea” de valerse de la confrontación entre un Sevilla FC en horas bajas (aunque dominador insultante siempre, gigante, con un gran estadio y patrimonio propio) con el Real Betis Balompié (equipo desgraciado, perdedor, despilfarrador y subvencionado), repartiendo entre ambas entidades roles de malos y buenos, izquierda y derecha, dictadura y democracia, rebeldes y poderosos, etc. Un discurso que hoy suena como lo que fue, profundamente infantil, a poco que se mire con un mínimo de pensamiento crítico, por su alta carga de demagogia y mentira, pero que sin duda ha calado y todavía hay ilusos en nuestros tiempos que lo “compran” a pies juntillas como buenos corderitos estafados.

Felipe González, Alfonso Guerra, Yáñez, Chaves y otros muchos gerifaltes del socialismo, absolutamente alejados, no ya de la idea de Betis, sino del propio fútbol, tal como ellos mismos han confesado mil veces, empiezan a servirse de las filias y fobias futboleras así inventadas con el único fin de hacer política, manipular a las masas, crearse un “book” de identidad con el que presentarse ante sus adeptos, aprovechándose o prevaliéndose, con lo grave que es eso, de su llaneza, pero señalando bien claro con símiles quienes son los enemigos porque sin oposición es difícil escalar: el contrario es necesario para crecer. Como nos contaba de primera mano un protagonista directo, si querías hacer carrera en el PSOE tenías que presentar un perfil de origen humilde (por oposición a los ricos), cultureta (por oposición al inmovilismo cultural), agnóstico (por oposición al catolicismo), hecho a sí mismo (por oposición a los enchufados) y del Betis (como símil de afinidad con el desfavorecido frente el rico y poderoso Sevilla). Sin un currículo así, había que olvidarse de hacer carrera en el partido. Ésa era la hoja de ruta obligada.

Sírvanos como ejemplo, el “beticismo” del histórico socialista José Manuel Amores, pasante en el despacho de Felipe González, de los de Suresnes, que en una entrevista en Diario de Sevilla el 2 de junio de 2012, explicaba así las cosas:

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Sobre todo este tinglado, el periodista Alejandro Delmás, en un artículo de la web Muchodeporte, publicaba una carta manuscrita del veterano dirigente bético Alfonso Jaramillo, destacado falangista concejal del Ayuntamiento hispalense en tiempos del franquismo, en la que con notable indignación, denunciaba:

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El señor presidente han convertido a nuestra Sociedad en una sede del P.S.O.E. desplazándose la Junta a la ‘Moncloa’, para rendir tributo al señor González Márquez, que dicen que es bético pero nunca fue socio del Club al que tanto quiere, supongo que los gastos originados por esta visita lo habrán pagado cada uno por su cuenta, porque yo no voy a permitir que lo pague el Betis. Están actuando igual que el partido al que creo pertenecen todos, P.S.O.E., eliminan a los que no están con ellos y los puestos los ocupan los leales a ellos y no al Betis.”

Y así es como el socialismo bético nació más por la facilidad y visibilidad de oponerlo al Sevilla FC y presentar la batalla del débil (la izquierda política que ellos representan) frente al poderoso de toda la vida (siempre la derecha) que por ninguna otra razón. La sodomización deportiva sevillista en todo el entorno andaluz proporcionaba un ogro propicio en la Sevilla rural, y en la Andalucía más incapaz y envidiosa, Huelva, Málaga, Granada, Córdoba, etc. para descargar sobre él la ira necesaria a los cambios del momento. Un símil o imagen con indudable fuerza trasgresora. El panfleto “La Sevilla del balón”, bodrio de la socialista Mercedes de Pablo, se erige como biblia pro-bética tendenciosa y ruin, repleta de mentiras e invenciones, para crear la oportuna doctrina académica al respecto.

Otra gran mentira sirvió como efecto multiplicador de esta estrategia. El andalucismo de nuevo cuño socialista que quiso hacer de los colores verdiblancos simbología bético-andaluza, como si una cosa y otra tuvieran algo que ver. Muchos se sumaron al carro de esta patraña, pasando por encima de la realidad de las cosas porque, ¿qué importa la verdad, cuando una buena mentira es mejor? Y así, se montó el esperpento de que los colores del Betis son los de Andalucía y que poco menos que el club los adoptó en una especie de homenaje subversivo al andalucismo primitivo, desconociendo por completo quiénes fueron los fundadores del proto-Betis y quiénes los directivos que propiciaron su posterior fusión en 1915, su carácter militar y monárquico (rey jefe de los ejércitos) y lo que manifestaron los propios socios que aprobaron en asamblea el uso del verde y el blanco, como el célebre guardameta Fernández de Zúñiga, “Agonías”:

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“Los colores blanco y verde no responden a ninguna bandera ni simbolismo … Todo lo que se diga en contrario son fantasías.”

El paso del tiempo nos muestra cómo el Real Betis Balompié, como entidad, no tiene el más mínimo escrúpulo en sumarse a esta movida para trincar, confirmando que su política de club, a lo largo de los tiempos, el verdadero Estilo Betis, más que en el eterno victimismo llorón que siempre lo ha caracterizado, puede resumirse propiamente en un eslogan: “Monárquico con Alfonso XIII; republicano con la República; franquista con la Dictadura; y socialista en la Andalucía del PSOE”. O lo que es lo mismo, bailando siempre con el poder vigente, arrimándose al fuego del dólar, cambiándome de chaqueta ideológica con tal de rascar, mendigando el apoyo político, la subvención, la discriminación positiva y el dopaje institucional. A los cuarenta años de dictadura franquista en Andalucía han sucedido otros cuarenta años de dictadura socialista, y su misma política opiácea para el pueblo: folklore rancio y casposo, copla, tradiciones deformadas por sus clichés, toros y fútbol. No deja de ser cómico y una especie de venganza del destino que los socialistas acaben siendo de un club profundamente militar, franquista y borbónico, aunque pensándolo bien no hay demasiada distancia entre todos ellos. Sólo Lopera supuso puntualmente una mínima confrontación con el PSOE, aunque con el objetivo de sacar tajada, y porque sabía que allí tenía a la oposición que quería despedazarlo. Y ahí siguen ellos, los pobrecitos de La Palmera, medrando, moviendo hilos en las cloacas de San Telmo, Plaza Nueva o Viapol, buscando nuevos pelotazos con los que despilfarrar impuestos, espoleados por la quina que les tiene irremediablemente envenenados de haber visto al Sevilla Fútbol Club en la cúspide del fútbol mundial.

Continuará …

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jueves, 8 de febrero de 2018

POSVERDAD Y FÚTBOL SEVILLANO


Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el término posverdad significa distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”.

Se trata de un término procedente del inglés post-truth, declarado palabra del año 2016 por el Oxford Dictionary, y que se ha puesto de moda últimamente como consecuencia de recientes episodios políticos y de haber encontrado en las redes sociales una vía (casi) sin límites para su propagación y eficacia.

Personalmente, no obstante, nos parece que la mejor manera de definirla es mediante la expresión que se utiliza habitualmente en psicología, mentira emotiva. En su esencia, responde a la idea de que un hecho, generalmente ficticio, es aceptado de antemano por el simple hecho de encajar en los esquemas mentales de las personas a quienes va dirigido.

Todos podemos ser víctimas de la posverdad, aunque algunos tienen más papeletas que otros. Los más susceptibles a la manipulación, los más necesitados de compasión, los victimistas o los propensos a sentirse especiales para reafirmarse ante una realidad a menudo cruda y desasosegante, están entre los principales clientes de la posverdad.

La posverdad coquetea con el tópico, el mito, la leyenda urbana … Permite un tipo de supremacismo basado en una suerte de perfección moral de la que otros carecen y que es sumamente peligroso, porque genera odio y porque es en sí mismo, desde su origen, irracional.

El psicólogo Leon Festinguer aludía a este fenómeno como disonancia cognitiva, algo así como el sacrificio intelectual que se acepta con tal de mantener en pie un sistema de creencias que ha arraigado en nuestra identidad, y que provoca un estado de tensión y conflicto interno que se nota cuando la realidad choca con nuestras creencias.

Cuando esto se produce, se intenta resolver la situación reajustando el encaje entre ese sistema de creencias y la información que nos llega del exterior; y muchas veces, se elige manipular la realidad para mantener lo primero tal y como está. Los hay incluso que van más allá, pues conocen la verdad, pero no la reconocen. Prefieren la mentira porque les parece más acorde a sus intereses.

Complemento necesario de la mentira emotiva es contar con un aparato mediático y propagandístico que la respalde y le dé impulso, que le proporcione apariencia de veracidad, que lo vista de intelectualismo o rigor, para hacerlo creíble e imperecedero, para que (casi) nadie se pare a pensar críticamente sobre el mensaje que está recibiendo, “porque ya lo han hecho otros que saben mucho de esto y quién soy yo para cuestionarlo”.

Grandes edificios se han construido sobre la base de posverdades: el genocidio de las bombas atómicas como mal necesario para poner fin a la II Guerra Mundial; el holocausto nazi; las armas de destrucción masiva en Irak; Trump, el Brexit, el Procés, etc.

Nosotros nos detendremos, sin necesidad de entrar en grandes profundidades, en la posverdad que nos pilla más cercana, la que afecta al fútbol sevillano desde que se fundase el Real Betis Balompié y que en los últimos años ha alcanzado algunas de sus más altas cotas.

De todos es sabido que, desde 2005 hasta ahora, el Sevilla Fútbol Club viene cubriendo un periodo de gloria extraordinario: 17 finales alcanzadas; 5 campeonatos de UEFA EL, 2 Campeonatos de España, 1 Supercopa de Europa y 1 Supercopa de España; 1 Subcampeonato de España, 4 Subcampeonatos de Supercopa de Europa, 2 Subcampeonatos de Supercopa de España; semifinalista copero en 8 ocasiones; clasificaciones constantes para competiciones europeas; proclamación dos años consecutivos como Mejor Equipo del Mundo (IFFHS), etc.

Todo ello, amén del gustazo de conseguir triunfos memorables en todas las competiciones, grandes goleadas, contar con futbolistas de extraordinaria dimensión, campeones de Europa y del Mundo (Palop, Navas, Negredo), e innumerables éxitos de la cantera, con presencia del filial en Segunda División varias temporadas, títulos ligueros y coperos de categorías inferiores, etc.

Aunque a algunos pueda parecerle otra cosa, o quieran que así sea, estos éxitos no son una anomalía. Es innegable su excepcionalidad en cuanto a la concentración temporal de los mismos, pero si los consideramos en el contexto de toda la historia del club, la cosa cambia. Si se mira bien, las copas levantadas han (re)colocado al Sevilla Fútbol Club en la media de finales y títulos (aproximadamente 2 por década) que le había sido natural hasta que el accidente que supuso la construcción del estadio Ramón Sánchez Pizjuán desvió su trayectoria. Si nos apuran, tan excepcional ha podido ser la última docena de años triunfales como lo fue la travesía del desierto de los cincuenta años posteriores a la mudanza de Nervión.

El problema reside en la falta de perspectiva, la inmediatez y el cortoplacismo que nos hacen mirar hacia atrás tomando como referente del pasado aquello que hemos vivido y recordamos, no lo que sucedió con anterioridad a nuestra memoria de las cosas. ¿Quizás el Sevilla FC de Spencer, Kinké, Brand, que conquistó 18 de los 21 Campeonatos de Andalucía cuando ésta era la única competición doméstica oficial no era grande? ¿Acaso el Sevilla FC clásico, 1 vez campeón y 4 veces subcampeón de Liga, 3 veces campeón y 2 subcampeón de Copa, partícipe de la Copa de Europa y la Recopa, con Juan Arza como Pichichi y una pléyade de internacionales, no era tan gigante como el Sevilla actual? Nosotros tenemos clarísimo que sí.

Y por eso, como prueba irrefutable de nuestra afirmación, podemos centrarnos en algunos de los múltiples ejercicios de posverdad que desde la acera verdiblanca de nuestra ciudad se han ido sucediendo en paralelo con estas épocas de permanente liderazgo deportivo hasta formar un cuerpo de doctrina verdiblanca y antisevillista aceptado y difundido, con apariencia de rigor, por sus hagiógrafos de cabecera: Olmedo, Discóbolo, César del Arco, Nicolás Salas, Antonio Burgos, Mercedes de Pablos, Manuel Rodríguez López, Tomás Furest, Antonio Hernández, Emilio Carrillo, Carlos Herrera, Alberto García Reyes, etc.

Desde el mito de la fundación por sevillistas descontentos, hasta el “robo” de jugadores, pasando por el episodio del 22-0 y así hasta el infinito: la Copa Spencer, el control de la federación regional, el supuesto clasismo, los efectos de la Guerra Civil, los tanques, la cacareada desigualdad de trato de las autoridades franquistas, el caso Antúnez, los tranvías de Heliópolis, el “ogro” Sánchez Pizjuán, las obligaciones de la Caja Rural, la “inauguración” del estadio, el refuerzo de los rivales, el manque pierda, etc.; mitos, mentiras, leyendas para justificar su perenne incapacidad que La Palangana Mecánica y @GuardianesSFC han desmontado pacientemente, uno tras otro, a golpe de datos empíricos y documentos, poniendo de evidencia, para quien lo quiera ver, que los fundamentos sentimentales de muchos aficionados al fútbol de nuestra ciudad, basados en la repulsa al rival, son sencillamente falacias, cimientos de paja. No nos miren a nosotros, no hemos sido los inventores ni difusores de su gran farsa, sólo la hemos desenmascarado.

Y así, hoy contemplamos nuevamente cómo el comportamiento del aficionado bético medio, ante la insultante trayectoria sevillista es, mutatis mutandis, exactamente equiparable al de sus antepasados: la rancia y cansina estrategia de menospreciar a bombo y platillo todo lo ajeno (desprecio del valor de los éxitos alcanzados por su rival, la suerte, los árbitros y simpatías en UEFA y FIFA como factores determinantes de sus conquistas, el dinero de Marbella, el dopaje de las papillas, la debilidad de los rivales, etc.) y magnificar lo propio (victoria 3-5 en el último derbi, ida del euroderbi, la salvación del baloncesto, etc.) alejándose de cualquier objetividad; y la creación de metas no mensurables que son patrimonio exclusivo del bético (simpatía, número de abonados, famosetes en nómina, menciones televisivas o jugadores humoristas, entre otras muchas), metas que, además, propician el pasaporte para un Edén o Shangri-La particular reservado para ellos, la ciudad del Betis, tierra de promisión donde todo es armonía y perfección, belleza y serenidad. Donde no hay dolor ni sufrimiento, sino sólo una dulce y eterna felicidad. En definitiva, “no trates de entenderlo” como lema ilustrativo de un complejo incurable.

Personajes caricaturescos como Elías o Peris, y periodistas de cámara del club, que todos conocemos, con la complicidad de las autoridades municipales y autonómicas, completan la infraestructura necesaria para bombardear a la opinión pública con verdes “mentiras emotivas” desde tribunas, medios y redes sociales prostituidas, a sabiendas de tener el éxito asegurado entre sus correligionarios, demostradamente predispuestos a aceptar “lo que le echen” a poco que encaje dentro de unos esquemas de pensamiento heredados. Un ejercicio con rédito populista a corto plazo, que es lo que importa a los dirigentes, y más que probable fracaso a la larga que además, ellos no se lo creerán pero es así, constituye un homenaje y reconocimiento constante a la grandeza del Sevilla Fútbol Club.


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domingo, 22 de octubre de 2017

REGENERACIONISMO VERSUS NACIONALISMO MILITAR

Por José Melero @JMelero1

En cuanto hubo dos sociedades futbolísticas en una misma localidad o cercanas entre ellas, nació la competición y la rivalidad deportiva. Normalmente se trataba de pelearle en buena lid (o no en tan buena lid) la supremacía deportiva de la región o de una misma ciudad al contrincante y casi siempre solía haber un club perseguido y otro perseguidor.

Muy pronto algún significado socio de un determinado club,con medios económicos,donó un trofeo,una pequeña copa para disputarla a su rival,a la que grabó su nombre en ella,pensando lógicamente que el vencedor iba a ser su propio club.

Era un rivalidad puramente deportiva,que nacía del lógico deseo de competir frente a otro club generalmente más veterano y curtido que el tuyo.

También se pusieron de moda los llamados “partidos de desafío”,que eran encuentros concertados entre dos clubs cercanos en los que uno de estos equipos retaba al otro públicamente,guiados por una serie de reglas que eran acordadas entre ellos previamente.

Así sucedió en los primeros meses de 1916, cuando tras proclamarse campeón de Sevilla el Sevilla Football Club al vencer al Real Betis (1-0) fue desafiado por éste a través de una carta publicada en El Liberal sevillano.

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                                       CARTAS DE DESAFIO PUBLICADAS EN EL LIBERAL

Pero también estas rivalidades a veces iban más allá de lo meramente deportivo, de tal modo que en ocasiones se les sumaba un componente político, sociológico, o ideológico.

En 1890, con el nacimiento del Sevilla Football Club, germinaba un club aperturista y esencialmente mesocrático. Entre sus primeros socios se contaban comerciantes, pequeños industriales y funcionarios civiles. Nacía un club que emulaba los hábitos de vida modernos que la sociedad anglosajona, tan admirada entonces en España, venia practicando, de hecho mucho de esos primeros impulsores eran de origen británico.

En los primeros años de vida del club blanco,muchos de sus más destacados socios tomaron partida por el regeneracionismo,un movimiento intelectual que proponía reformas practicas para alcanzar la “europeización”, es decir, la modernización del país. Su figura más destacada,Joaquín Costa,exigió el fin del sistema oligárquico y abogó por una reforma agraria, que era a su juicio la mejor manera de modernizar España. La primera plasmación concreta del movimiento regeneracionista se dio poco después de las perdidas de las ultimas colonias,con la creación de la Unión Nacional, una asociación que reunía a pequeños agricultores y comerciantes de Castilla y Aragón, dirigidos por Joaquín Costa,y a representantes de numerosas cámaras de comercio de toda España, liderados por Basilio Paraíso. Sin embargo,esta alianza de clases medias,no alcanzó a formar un partido político capaz de desafiar seriamente al sistema.

El regeneracionismo no era, como a menudo se sostiene,una reacción al “desastre”,a la perdida de las ultimas colonias en 1898, sino que fue una corriente de pensamiento que vino de antes de ese acontecimiento y que tuvo su auge entre los años ochenta del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX. Esto no quiere decir que se produjera, con el llamado desastre del 98, un recrudecimiento especial de la problemática tratada por el regeneracionismo,sobre todo,del tema de la decadencia.

La educación física y el deporte aparecieron en aquel contexto,como una forma más de regeneración para un pueblo cansado,desmoralizado y sin energías. Se trataba de regenerar al individuo a través del ejercicio físico,es el propio Joaquín Costa el que en un discurso pronunciado en Noviembre de 1898 decía lo siguiente:

La mitad del problema español está en la escuela: a ella principalmente debió su salvación y debe su grandeza presente Alemania. Hay que “rehacer” al español: acaso dijéramos mejor “hacerlo”. Y la escuela actual no responde ni remotamente a tal necesidad. Urge refundirla y transformarla, convirtiendo a esta obra redentora las escasas energías sociales con que puedan aún contar los gobernantes y sus auxiliares.

Lo que España y debe pedir a la escuela no es precisamente hombres “que sepan leer y escribir”: lo que necesita son “hombres”; y el formarlos requiere educar el cuerpo tanto como el espíritu, y tanto o más que el entendimiento la voluntad.”

Entre estos regeneracionistas del club blanco destacó el que fuera jugador y presidente Paco Alba,el cual falleció repentinamente en Abril de 1921 y a los que sus más allegados calificaron en la prensa como un “regenerador de primer orden”.

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                                                     16 DE ABRIL DE 1921 EL LIBERAL

Paralelamente a esto,y en medio de un ambiente patriótico que inundaba el país, iba a surgir una segunda versión del nuevo nacionalismo español de principios del siglo XX, el cual salió de los cuarteles militares. El llamado nacionalismo militar combinaba ideas modernizadoras con postulados conservadores. Después de 1898 algunos oficiales abogaron abiertamente por la modernización de la nación por medio de un Estado autoritario.

Ideológicamente, el nacionalismo militar cobró impulso después del 98 debido al crecimiento del regionalismo catalán y del nacionalismo vasco,así como el latente antimilitarismo de la clase obrera.

Desde finales del siglo XIX, algunas obras defendieron la idea de que los niños desde muy temprana edad tenían que ser adoctrinados por militares en valores patrióticos. Según estas propuestas, la educación patriótica y castrense debía comenzar en la escuela primaria, y prolongarse en los estudios de secundaria, convirtiendo la prestación del servicio militar en la última etapa de un largo proceso de nacionalización. Lo que subyace en estas propuestas es el uso de la nacionalización de masas como barrera frente a la creciente militancia izquierdista de las clases populares. La nación se convertía en la panacea contra la revolución.

El método educativo en academias militares y centros privados era considerado insuficiente,haciéndose hincapié en la necesidad de mejorar el sistema en cuanto a la educación física, con el fin de formar un ejercito saludable y bien instruido.

Bajo estas enseñanzas fueron adoctrinados los hermanos Castillo Ochoa, Juan y Alfonso, los hermanos Hermosa, Luis, José, Andrés, y Pedro, los Wesolouski, Edmundo, Guillermo, José y Jacinto, Tomás y José Cuesta Monereo....jóvenes que cursaban estudios en la Academia Politécnica Sevillana situada en la calle Cervantes nº 15, donde se preparaban para entrar en academias militares y que en 1908 fundaron el Sevilla Balompié.

1908 fue un año en el que bajo el gobierno de Antonio Maura se elevó la Marcha Real al rango de himno nacional y en el que la bandera nacional se convirtió en un atributo obligatorio en todos los edificios públicos. Ya en 1918,de nuevo bajo un gobierno presidido por Maura,se estableció el 12 de Octubre ,”Día de la Raza”,como fiesta nacional en conmemoración del descubrimiento de América por Cristóbal Colón.

No es extraño que desde su origen, el club parezca estar imbuido en un claro sentimiento patriótico español. La misma idea de “españolizar” la palabra “football” por el nuevo vocablo “balompié”, de escoger la bandera española como escudo en su camiseta,o de llamarse en un principio “España Balompié”, parece abonar claramente esta hipótesis.

Nacía un club que si no ideológicamente,si al menos en cuanto a mentalidad, estaba totalmente en las antípodas de su rival de la ciudad.

Por otro lado hay que señalar que a pesar de que el nacionalismo militar guardaba algunas semejanzas con el regeneracionismo costista, lo cierto es que los militares sentían pocas simpatías hacia el movimiento liderado por Paraíso y Costa. La prensa militar atacó de forma persistente a la Unión Nacional,además, al contrario que ocurría con los regeneracionistas,que relativizaban la épica de la historia española,los nacionalistas militares veían en el espíritu marcial de la Reconquista,la colonización de América,la lucha contra los protestantes y la Guerra de la Independencia, el alma verdadera de la nación.

Como ya hemos comentado el regeneracionismo no cuajó en partido político,lo que hizo que el movimiento se desintegrara rápidamente hacia comienzos de la década de 1900.Aquellos últimos románticos que buscaban “regenerar la raza” a través del “sport” fueron desapareciendo con la llegada del profesionalismo y la mercantilización del fútbol, ya entrado los años veinte.

El nacionalismo militar de aquellos jóvenes militares sin embargo siguió instalado en el equipo bético durante la Dictadura de Primo de Rivera y durante el franquismo,un nacionalismo en el que los principios ideológicos que se encontraban detrás de las apuestas de Primo y Franco de regenerar a España guardaban un gran parecido.

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lunes, 12 de junio de 2017

EL AUGE DEL FÚTBOL EN SEVILLA (y II)

Por José Melero

Viene de aquí.

En Septiembre de 1924 la prueba ciclista Sevilla-Cádiz concede un premio con el nombre del futbolista del Sevilla Kinké, con la denominación “Vino amontillado fino Kinké” y en la prensa sevillana comienzan a parecer imágenes publicitarias relacionadas con el fútbol,un deporte que se había mercantilizado y en el que los futbolistas se habían convertidos en ídolos de masas. Una muestra de esto ultimo, supuso el entierro del sevillista Spencer, fallecido en 1926 a causa de una apendicitis,hecho que conmovió a la ciudad,convirtiéndose su entierro en una manifestación popular de duelo.

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Paralelamente a esto se va reforzando figuras como la del entrenador,el masajista o el medico del club y van apareciendo las primeras concentraciones de los equipos a las afueras de la ciudad,como la realizada por el Sevilla en Marzo de 1925 en Villanueva del Rio y Minas.

El fútbol comienza a profesionalizarse,los jugadores comienzan a cobrar por jugar,una practica que venia ocurriendo de forma encubierta desde la mitad de la segunda década del siglo XX, pero que se regularizó en Junio de 1926 con una asamblea de la RFEF, en la que se reglamentaria el fútbol profesional en España.

Hubo equipos que supieron adaptarse mejor que otros en ese paso entre el amateurismo y el profesionalismo, siendo posiblemente el Sevilla el que le ganó la partida al Betis en ese aspecto en un momento crucial de nuestro fútbol.

A mediados de esta década hay tres equipos sevillanos en Primera categoría del fútbol andaluz en el grupo A: Sevilla FC, Real Betis Balompié, Nacional FC, y dos equipos en el grupo B: Sevilla Athletic y Sparta FC, con alrededor de cien jugadores federados. Esto sin contar con los clubs de segunda categoría y con los numerosos equipos y jugadores de los pueblos de la provincia que ya empezaban tímidamente a aparecer en los periódicos sevillanos.

Otro hecho que caracterizó estos años veinte, fue la creación de secciones deportivas al margen del fútbol, por parte de los dos primeros clubs de la ciudad: atletismo,ciclismo,hockey.... Dando con ello una imagen regeneracionista y realizando un guiño a aquellos sportman de los primeros tiempos y ofertando al mismo tiempo a sus socios un servicio más de ocio y entretenimiento.

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La aplastante superioridad del Sevilla en la región, hace perder algo de interés en los aficionados en el campeonato de Andalucía,decayendo la asistencia de espectadores en el Reina Victoria en estos partidos,pero quedándose pequeño en los partidos del Campeonato de España y en los encuentros frente al Real Betis, el cual consigue un cierto crecimiento que culmina con su único titulo de campeón de Andalucía en la temporada 1927/1928.

Con la llegada a la presidencia del Barón de Gracia Real en 1925, el Sevilla proyecta construir un estadio “de hierba con cabida para treinta mil espectadores”.Para ello se nombró una comisión para buscar terrenos donde edificar el nuevo campo, ya que el contrato de alquiler del Reina Victoria cumplía un año después y a esto se le unía que las obras de ensanche de la ciudad de cara a la Exposición del 29 obligaban a cambiar el emplazamiento del actual campo.

Se llegó un acuerdo con la Inmobiliaria Nervión para el alquiler y construcción del campo en unos terrenos situados en la zona de Nervión, para lo que se emitieron una determinada cantidad de obligaciones al precio de 5 pesetas., no siendo suficiente y teniendo que adelantar el presidente sevillista dinero de su bolsillo.

El estadio de Nervión se inaugura el día 7 de Octubre de 1928 en un partido contra el Real Betis Balompié (1-2) y tuvo en un principio un aforo de unos doce o quince mil espectadores, aunque con futuras remodelaciones llegó a tener en los años cincuenta capacidad para treinta mil personas.

Ya en los años treinta el Sevilla FC consciente de la importancia de tener el campo en propiedad, dado que la supervivencia económica del club provenía en gran parte de la venta de entradas, decide afrontar la compra del recinto. Para afrontar dicha compra se vuelven a emitir nuevas obligaciones al precio de quinientas pesetas, adquiriendo además del estadio cuarenta y dos mil metros más de terreno en los aledaños del campo sevillista.

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Llegados a este punto hay que señalar que el Real Betis no consiguió tener un campo en propiedad hasta 1961, una muestra más de que el Sevilla supo adaptarse mejor a la nueva dinámica económica que había generado el fútbol.

El 17 de Marzo de 1929 iba a inaugurarse un nuevo estadio en Sevilla,el llamado Estadio de la Exposición Iberoamericana,en un partido que enfrentó a la selección española frente a la de Portugal (5-0), ante nada más y nada menos que quince mil espectadores.

La falta de interés de los aficionados de los grandes clubs a los partidos de los campeonatos regionales, llevó consigo el tener que ampliar el numero de partidos en la temporada, para así poder sufragar gastos en un fútbol tan profesionalizado. La solución fue la creación del Campeonato Nacional de Liga,que unidos a los de Copa llevó a jugar partidos prácticamente desde Septiembre hasta Junio.

Los equipos sevillanos quedaron finalmente encuadrados en la Segunda División, teniendo que jugar un torneo eliminatorio previo creado a efecto de dilucidar quienes eran los equipos que completaban la Primera División.

En todo este proceso de expansión del fútbol en nuestra ciudad la prensa sevillana tuvo un papel determinante en cuanto a su difusión. Desde aquellos primeros sportman de primeros de siglo, que bajo seudónimos como “Inside right”, ”Golkeeper” o “El ingles del pito”, escondían al presidente o al directivo de turno y que mandaban pequeñas reseñas de los partidos a los periódicos,hasta los cronistas ya más profesionales que a partir de finales de los años veinte informaban sobre los clubs sevillanos en los principales diarios de la ciudad.

Periodistas como Antonio Cantos López “Zancadilla”, gran defensor del fútbol modesto y árbitro,que desde 1917 empezó a escribir sus crónicas en “El Correo de Andalucía”, hasta su fallecimiento en 1942 o el presidente bético Gil Gómez Bajuelo “Discóbolo”, desde “La Unión” primero y desde 1929 en la edición sevillana de “ABC”, abanderado de la causa bética, incluso en los momentos más críticos del club verdiblanco,que defendía sus posturas en ocasiones de forma vehemente, haciendo que sus lectores les siguiesen con fidelidad.

El periodismo deportivo en nuestra ciudad pasó por dos fases muy diferenciadas:la primera vino cargada de una parcialidad que en el caso del militar Antonio Olmedo, bético furibundo y corresponsal sevillano del semanario “Madrid Sport” y luego cronista y director de “ABC”, rozaba lo esperpéntico. Y la segunda,en la que se mutó a un periodismo mucho más serio, desapasionado y aséptico,que coincidió con el nacimiento de la Liga, donde la información dedicada al fútbol llegó a ser más habitual y extensa en los cinco diarios sevillanos: “El Noticiero Sevillano” (1893-1933), ”El Correo de Andalucía” (1899), ”El Liberal” (1901-1936), ”La Unión”, (1918-1939) y “ABC”, (1929).

Pero la verdadera transformación del fútbol en un espectáculo de masas se produjo en los años treinta. Con la llegada de la República y sus mejoras socio-laborales, se permitió ampliar el acceso de las clases trabajadoras a un mayor tiempo de ocio y recreo.

Pronto el fútbol se trasladó a los barrios,a finales de los años veinte y principios de los treinta comienzan a parecer equipos como el Calavera CF, Triana FC,CD Osario,Triaca FC,Júpiter FC etc...,clubs que se convirtieron en semilleros de futbolistas tanto para Sevilla como para Betis, empezándose a mostrar los resultados de estos equipos en la prensa,dándosele de esta forma su espacio dentro del fútbol sevillano.

El fútbol se había integrado en el tejido social de la ciudad,convirtiéndose en una actividad más de entretenimiento y esparcimiento popular, frente a otros espectáculos como el teatro o el cine.

Los aficionados habían llegado a un mayor grado de identificación con sus equipos:iban a la estación de Plaza de Armas a recibirlos tras algún triunfo sonado, se desplazaban a otras ciudades en tren para apoyarlos o marchaban a lugares de recreo de la ciudad como la Alameda de Hércules a conocer los resultados del Sevilla o del Betis que eran escritos en pizarras o sobre los espejos de los bares.

Esta mayor identificación con los dos primeros clubs de la ciudad tuvo también sus aspectos negativos, como fue el aumento de la violencia,un mal extendido por toda España, que ya se sufrió en el pasado y que en la primera mitad de esta década se acentuó sobremanera.

La llegada del profesionalismo trajo también consigo conflictos entre clubs y jugadores. La ley de retención,una ley “esclavista” que obligaba a los jugadores a permanecer en sus clubs ante ofertas de otros clubs más poderosos, produjo que éstos en ocasiones se declararan en rebeldía. Casos como el del sevillista Padrón o el del bético Timimi llenaron paginas y paginas de los diarios sevillanos,siendo la comidilla de aficionados de uno y otro equipo.

Con el desarrollo del transporte,fundamentalmente el ferrocarril,se incrementó el número de aficionados de los pueblos de la provincia que acudían a la ciudad a presenciar los partidos de fútbol. Cada domingo se desplazaban un buen numero de hinchas (palabra ésta que se estaba empezando a poner de moda) los cuales lo hacían también en autocares o en automóviles privados,propiciado también por una política de abaratamiento de entradas llevada a cabo por los clubs.

Aunque lo que significo un verdadero impulso para la socialización del balompié en nuestra ciudad fueron los éxitos deportivos conseguidos por ambos equipos. Tras el ascenso del Real Betis a Primera División conseguido en la temporada 1931/1932 y la final de Copa disputada con anterioridad frente al Athletic en Junio de 1931, el club bético llegó a tener 2.321 socios,una cifra irrisoria si la comparamos con la de los grandes clubs españoles de la época, pero que suponía un aumento de 1.535 socios con respecto a la temporada anterior, en la que solo pudo llegar a los 786 socios.

No se quejaba sin embargo el secretario bético Carlos Fernández del Pando de la escasa masa social de su club en una entrevista para la revista “Crónica” en Septiembre de 1932, ya que reconocía que en la ciudad “la mayoría era sevillista y no bética”.

Si hemos señalado ya que en los años veinte el Sevilla comenzaba a fortalecer lazos con la ciudad y a crear sus propias señas de identidad, también hay que comentar que a mediados de estos años treinta algunos aficionados béticos, llevados por la fiebre autonomista del momento,reivindicaban los colores de su club como los colores de Andalucía, si bien hay que reseñar que para nada tenia ningún tipo de vinculación, ya que como es bien sabido, la elección de los colores representativos del equipo bético son anteriores a la Asamblea de Ronda, donde el padre de la patria andaluza, Blas Infante, designó el verde y blanco como los colores de la bandera andaluza.

Por parte del Sevilla FC y después de conseguido su ascenso a la máxima categoría del fútbol español en la temporada 1933/1934, tras varios intentos fallidos,se llevó a cabo una acertada política de fichajes, realizada por su “patrón de pesca”, que era como se denominaba a los secretarios técnicos, figuras que estaban en alza y que estuvo representada en el Sevilla FC por Enrique Tello y en el Real Betis por un todoterreno en el club verdiblanco como fue Carlos Alarcón de la Lastra.

La temporada 1934/1935 tuvo una culminación espectacular para los equipos sevillanos,consiguiendo el Sevilla FC y su equipo amateur el Campeonato de España, la competición con mayor tradición y prestigio de España y la predilecta de los aficionados y alzándose el Real Betis con la recién nacida Liga,torneo que lógicamente tenia su importancia pero que aún despertaba ciertas criticas en muchos medios deportivos españoles.

Al comienzo de la temporada siguiente, el presidente sevillista Ramón Sánchez-Pizjuán concede una entrevista al semanario deportivo “As” en la que habla de una situación económica desahogada, augurando un buen comienzo de temporada en la que “los socios aumentan de día en día”, informando además de unas reformas en el estadio que se estaban llevando a cabo y que ampliaría el campo de Nervión en tres mil localidades más.

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Esta temporada tuvo su punto álgido en cuanto a afluencia de espectadores en el derbi celebrado en el estadio sevillista el 29 de Marzo de 1936, en el que después de unos encuentros caracterizados por la poca asistencia de publico a los estadios sevillanos, la afición sevillista se desperezaba y conseguía rozar el lleno en el feudo blanco en este choque de máxima rivalidad.

No es muy descabellado calcular una asistencia aproximada de unos quince o dieciséis mil espectadores en este partido, sobre todo teniendo en cuenta las ultimas reformas realizadas en el campo sevillista y que el Sevilla se había convertido en uno de los clubs con mayor número de socios de España.

Lo que por otro lado no admite dudas es que de la mano del Sevilla el fútbol se había transformado verdaderamente en un espectáculo de masas en la ciudad.

Por parte del Real Betis las cosas no iban a resultar igual,los éxitos deportivos de la anterior campaña no sirvieron de motivación a los seguidores verdiblancos, pudiéndose afirmar de forma incontestable que dieron la espalda a su club en esta temporada, lo que propició una nueva crisis económica que a punto estuvo de llevar al Real Betis a su desaparición.

Sin querer ahondar en el tema,ya que ya habrá tiempo para ello y sin desviarnos del asunto que nos ocupa,digamos que a final de temporada el Betis estaba inmerso en una profunda crisis económica,institucional y social,que se quiso solucionar con la cesión por parte de las autoridades del Stadium de la Exposición, acto que se llevó a cabo dos días antes del golpe militar que dio origen al inicio de la Guerra Civil.

Para finalizar, señalar que con estas lineas hemos querido,aunque sea de forma somera, analizar el proceso de asimilación y desarrollo del fútbol en nuestra ciudad,consciente de que seria necesario un estudio más exhaustivo y antropológico para llegar a comprender como el fútbol se abrió paso en una ciudad como Sevilla.

Las cifras que se dan en torno a la afluencia a los estadios son aproximadas y están basadas en las crónicas periodísticas de la época,que en algunos casos eran exageradas por los cronistas,siendo difícil calcular el número exacto de aficionados que acudían a los estadios sevillanos por no existir documentos oficiales en los que basarse.

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