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domingo, 25 de noviembre de 2012

MUCHO DOLOR.

Estas cosas pasan demasiado a menudo. Uno se dedica a tener un blog y aunque no exento de responsabilidad puede decir lo que le de la gana. No trabajo para ningún medio, no soy profesional del periodismo ¿qué pueden achacarme? Solo me represento a mí mismo.

Sí es verdad que uno no puede zafarse de la piel que habita y lo cierto es que habitamos en aquello que hacemos o enseñamos a los demás. Afortunadamente yo hago lo que hago y esto es desmenuzar y destrozar aquellas mentiras históricas que siempre contaron sobre el sevillismo y a señalar las estupideces que se puedan decir en este sentido. Yo sí tengo claro qué es lo que hago, sin trampa ni cartón, eso sí, demostradamente. Vaya por delante.

Sin embargo hay quien se dedica a informar, a hacerlo desde el medio para el que trabaja, a hacerlo de manera profesional y en ocasiones desde medios que son públicos, es decir, que pagamos entre todos. Estos últimos tienen una cierta responsabilidad añadida.

No se puede pretender dar una imagen de imparcialidad, ecuánime, objetiva cuando se está delante de una cámara, al micrófono de una radio o esgrimiendo una pluma, para terminar siendo un despendolado, un bocazas en definitiva, en aquellas manifestaciones privadas que se hagan.

La credibilidad hay que ganársela en todos aquellos ámbitos donde se actúa públicamente, aunque uno se represente a sí mismo en dichas manifestaciones.

Y esto es lo que les pasa a determinados personajes béticos como ha sido el caso de Santiago Roldán, que si no es jefe de deportes de Canal Sur, sí lo fue en algún momento según creo recordar y si no es así que alguien me corrija.

Ayer mismo pudimos ver estas manifestaciones personales en Twitter de este caballero una vez acabado el encuentro que enfrentaba al Real Madrid con su equipo:

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Y es que llegados a este punto que cada cual que saque sus propias conclusiones. Ya ven la ecuanimidad que este caballero puede mostrar cuando muestre su opinión supuestamente objetiva en la información profesional que produzca. A mí al menos me invita a tomarla con las reservas pertinentes, pues con ello, por mucha manifestación personal que sea, no le hace estar fuera de la piel que habita como periodista.

Y ahora, tras esta reflexión comedida, vamos a lo que vamos.

¿Cuánto habrá sufrido la criatura esta que trabaja en un medio público que pagamos todos  cada vez que ganamos una copa, y otra copa, y otra más, una vez y tantas más estos años? No me lo quiero ni imaginar.

¿Cuántas puñaladas imaginarias habrá recibido en su corazón el pasado domingo una vez y otra hasta cinco? Mucho dolor.

Con mal pie comenzó su periplo en las redes sociales, al menos en Twitter, cuyo casi en el primer tuit, allá por julio del año pasado, ya dijo esto:

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Y es que la creatura ha debido pasarlo muy mal esta semana, yo lo comprendo, han debido saludarle a mano abierta muchas veces, demasiadas manitas que haya podido soportar como para tener que soltar adrenalina a la mínima de cambio.

Conste que le pregunté en el mismo Twitter que en qué cosas su equipo era superior:

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¿Pero saben? Tras la avalancha de críticas se ha tenido que dedicar a bloquear a toda la gente que le ha increpado por la metedura de pata hasta el corvejón y les aseguro que ha tenido que ser por cientos. A mí mismo me ha bloqueado por preguntarle, lo que no le va a librar de tener que salir retratado en La Palangana Mecánica una vez más.

Este personaje del bestiario palanganero tiene doble puntuación.

Señor Roldán, creaturita de mis entretelas, dime un periodista sevillista que haga lo que haces tú y diga lo que tú dices. Aquí todavía hay clase.

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